“La
Educación Prohibida” es un documental en el que diversas personas relacionadas
con el mundo de la educación exponen sus ideas, pensamientos y experiencias
acerca de diferentes prácticas educativas llevadas a cabo en países de América
Latina y España.
La
base de la película es promover una educación en libertad que ayude al ser
humano a desarrollarse de forma íntegra primando valores como el amor y el
respeto frente a un aprendizaje meramente academicista.
“Si
buscas resultados diferentes, no hagas siempre lo mismo” Albert
Einstein.
La
educación es la base que sustenta toda sociedad, es algo fundamental. El
problema está en que esta sociedad evoluciona, cambia a lo largo del tiempo,
pero el sistema educativo permanece estático. No es posible atender las
necesidades de generaciones del siglo XXI con métodos educativos que eran
utilizados en el siglo XVIII.
El
concepto de educación se basa únicamente en contenidos curriculares dejando a
un lado el desarrollo personal. No puede ser que nos limitemos a enseñar una
historia o unas matemáticas sin importarnos en absoluto la situación personal
de cada niño, sus dificultades, necesidades, sentimientos, emociones.
Partiendo
del objetivo de enseñar valores humanos, estamos haciendo todo lo contrario.
Nuestro sistema educativo promueve actitudes tales como la competencia, el
individualismo, la discriminación, el condicionamiento, la violencia emocional,
el materialismo.
El
conocimiento está fragmentado, no hay una enseñanza interdisciplinar. Existe la
concepción de que cada asignatura tiene su clase, su hora, sus contenidos, su
aula sin darnos cuenta de que en la clase siguiente es muy probable que se
traten los mismos contenidos pero desde una perspectiva diferente. Si fuéramos
capaces de abrir nuestra mente e intentar trabajar unas y otras asignaturas
conjuntamente, estaríamos promoviendo un aprendizaje mucho más significativo en
los alumnos.
Actualmente,
la educación no busca otra finalidad más que alcanzar unos ciertos objetivos
académicos, educamos para superar exámenes, no para aprender. Como
consecuencia, estamos convirtiendo la enseñanza en algo repetitivo y puramente
memorístico que no tiene ninguna utilidad ya que los niños no aprenden. No
transmitimos enseñanzas y valores que sirvan a nuestros alumnos para
desenvolverse de forma independiente en la sociedad en la que tienen que vivir.
¿Cuál es la razón de que
el sistema educativo siga siendo el mismo, no avance? Son diversas las razones
que pueden explicar este hecho, pero yo personalmente destacaría el miedo al
cambio, la falta de motivación para experimentar nuevas estrategias, nuevas
metodologías. Es muy cómodo continuar por el camino ya recorrido, porque
sabemos que bien o mal, permite seguir adelante. Pero como educadores (y lo
correcto sería decir educadores vocacionales), no nos puede dar igual hacer las
cosas bien o mal. Estamos creando futuras generaciones y tenemos que hacerlo de
la mejor forma posible, buscando un sentido a aquello que hacemos, de forma que
tanto maestros como alumnos vean en la educación algo útil, práctico para la
vida y para el desarrollo como personas.
“Nuestro
problema para la comprensión de la escolarización obligatoria tiene su origen
en un hecho inoportuno: el daño que hace
desde una perspectiva humana, es un bien desde una perspectiva de sistema”
John Taylor Gatto.
En
la antigüedad no existía la educación tal y como la entendemos hoy en día. La
educación pública, gratuita y obligatoria surge a finales del siglo XVIII y
principios del XIX, durante la época del Despotismo Ilustrado, en Prusia, desde
donde se extendió al resto del mundo persiguiendo el objetivo de la “educación
para todos”.
La
educación, así entendida, surge en un contexto industrial en el que el modelo
de producción fue trasladado a la escuela: la cadena de montaje. Este sistema
impide llegar a profundizar en cada
alumno, es una enseñanza superficial en la que se “producen” niños exactamente
iguales, con los mismos conocimientos, pensamientos, objetivos,
comportamientos, etc. ¿De qué nos sirve crear generaciones exactamente iguales?
¿De qué nos sirve tener robots por alumnos? ¿Dónde queda la riqueza de la
diversidad?.
Los
educadores no son quienes diseñan sus propios planes de actuación sino que
siguen las directrices establecidas por una administración que planifica las
bases educativas sin ser ellos mismos quienes las pongan en práctica.
No obstante, dentro de
los fines que tenemos que alcanzar hay un margen de actuación que es donde
nosotros, como educadores, tenemos que manifestar todas nuestras fuerzas y
nuestras ganas de llevar a cabo un proceso educativo diferente persiguiendo el
objetivo principal de la educación: lograr una buena calidad de vida.
“No me
sigan a mí, sigan al niño” María Montessori.
La
educación está pensada para atender a las necesidades de los niños no de los
adultos. Los niños, desde que nacen, son creativos, observadores, curiosos.
Como maestros tenemos que proporcionar los medios necesarios para fomentar esa
creatividad, para contribuir a su desarrollo. Del mismo modo, los niños nacen
con una predisposición innata al aprendizaje que no podemos dejarla pasar sino
que hay que aprovecharla para incrementar su interés por el conocimiento.
Los niños son como
“esponjas”, es decir, absorben todo lo que ven, escuchan, experimentan a su
alrededor. Es ahí donde tenemos que intervenir, enriqueciendo su contexto con
contenidos que les puedan ser útiles para la vida.
“Estudiar
no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas” Paulo
Freire.
La
manera en que enseñamos los contenidos actualmente, conlleva un aprendizaje
memorístico basado en la repetición. Al maestro no le interesa si el niño
comprende o no lo que está estudiando; lo único que le preocupa es que se
reproduzcan los contenidos con las mismas palabras que él lo expuso. Esto es un
error, ya que no tiene ningún sentido.
El niño en cuanto realiza el examen se olvida de esa información para dejar
espacio en su memoria a contenidos nuevos. No estamos promoviendo aprendizajes
significativos en los que el niño conecta la materia nueva con información ya
adquirida, en los que se crean relaciones entre la persona y su entorno.
La
comprensión es fundamental. Aprendemos cuando comprendemos lo que estamos
estudiando. Si comprendemos vamos a poder aplicar aquello que aprendimos para
resolver situaciones y problemas de la vida cotidiana. Esto es realmente
enseñar: ayudar a los niños a adquirir conocimientos que les sirvan y puedan
poner en práctica para desenvolverse en la sociedad.
Con
la Escuela Activa, ideada por Piaget en los años 50, el niño deja de ser un
sujeto pasivo para pasar a ser un sujeto activo y libre que participa en la
construcción de su propio aprendizaje. Este aprendizaje se realiza a través de
la autocorrección así como de la corrección por parte de otros niños.
Algo básico a la hora de
aprender son los errores. Actualmente se tiene una concepción un tanto negativa
hacia el cometer errores, hacia el equivocarse, no obstante, aprende más el
niño que se equivoca en su proceso de aprendizaje que aquel que no lo hace, ya
que el primero está incidiendo y trabajando más la tarea al tener que
solucionar el error.
“En
realidad, sólo existe el acto de amar, (…). Significa dar vida, aumentar su
vitalidad. Es un proceso que se desarrolla y se intensifica a sí mismo”
Erich Fromm.
Todos
los seres vivos tienen unas necesidades internas que para ser satisfechas
precisan de un entorno determinado que les permita alcanzar los objetivos de la
vida: vivir y autorrealizarse. Este entorno simplemente se encarga de que el
ser vivo disponga de lo necesario para crecer y desarrollarse. El elemento más
importante, que permite la evolución biológica es: el amor.
Frente
a esto surge la pregunta: si la base de la educación es el amor, ¿por qué
enseñamos a base de premios, castigos y amenazas? Como consecuencia, la
educación pierde totalmente el sentido. Los niños ya no estudian por gusto sino
por miedo a que, al no hacerlo, pierdan el amor de sus padres. De este modo, el
aprendizaje deja de ser algo significativo al convertirse en una actividad
forzada.
Los niños tienen que
estar bien cuidados, es decir, respetados en sus procesos vitales; de esta
manera van a tener ganas de trabajar, de construir, de vivir.
“Siente
tu alma, escucha tu corazón” Rudolf Steiner.
Todos
los niños son diferentes. Cada niño tiene unas características, unas
necesidades, algo que lo hace diferente al resto. Esto es algo que debería
valorarse positivamente ya que aporta una fuente de riqueza muy grande. Esto es
diversidad. Sin embargo, en las escuelas se promueve la uniformidad, es decir,
que todos los niños sean iguales.
En
el desarrollo de un niño influyen multitud de variables que muchas veces no se
tienen en cuenta al trabajar de forma fragmentada, tanto con las asignaturas
como con los alumnos. El ser humano es un todo y requiere una visión global,
una educación integral, holística.
El holismo se define
como la visión del todo. Es una posibilidad de llevar a cabo una enseñanza
integral, global sin que haya fragmentación de espacios, alumnos, asignaturas.
Para acceder a una formación integral podemos comenzar por acceder al arte. El
arte es una disciplina básica que permite a los niños desarrollar su
creatividad.
“… la
Educación sin libertad, da por resultado una vida que no puede ser vivida
plenamente” Alexander S. Neill.
“Libertad”
es la palabra que debería definir la educación. El niño tiene que poder tomar
decisiones sobre qué camino quiere seguir en base a qué quiere llegar a ser en
un futuro. La posibilidad de decidir le proporciona una autonomía, una
independencia que le van formando como persona de manera que finalmente llega a
vivir en libertad siendo capaz de manejar su vida por sí mismo, solucionando
problemas, planificando qué es lo que pretende. Una educación en la que el niño
puede elegir qué es lo que quiere estudiar en base a sus intereses fomenta un
aprendizaje más significativo.
Uno
de los principales inconvenientes a las hora de educar en libertad es el rol
que desempeña el profesor, ya que impone en vez de plantear propuestas que den
al alumno una participación activa.
La
evaluación de los alumnos mediante calificaciones numéricas es algo subjetivo e
imperfecto ya que, dependiendo del profesor, la valoración puede variar de unos
a otros. Existen diversas formas de evaluación no tan determinantes del proceso
educativo como por ejemplo, la autoevaluación, informes pedagógicos compartidos
centrados en el proceso y no en el resultado, constante intercambio entre
educadores, educandos y familia. De esta manera, cambiamos nuestra forma de
entender la evaluación centrándonos en el aprendizaje respetando el ritmo y
motivación propios de los alumnos.
La escuela es un centro
educativo donde todos podemos aprender de todos, no hay edades ni barreras que
nos separan, sólo experiencias que nos integran. Esta formación integral,
intergeneracional, es algo básico que permite a los alumnos aprender a
convivir, a trabajar en equipo, a ayudarse unos a otros y aprender los unos de
los otros.
“Todo
vivir humano ocurre en conversaciones y es en ese espacio donde se crea la
realidad en que vivimos” Humberto Maturana.
Una
de las razones que impiden a los maestros ejercer una educación en libertad
puede ser la negativa a educar sin disciplina. Y es que actualmente tenemos un
concepto de la palabra “disciplina” un tanto radical, es decir, en nuestras
cabezas tenemos la idea del maestro como autoridad que impone a los niños
aquello que tienen que hacer y cómo lo tienen que hacer, sin dar al alumno
ningún margen de actuación, de decisión. Lo que se consigue con esto es crear
personas dependientes, incapaces de tomar decisiones por sí mismos. Debemos
abrir la mente, concebir al maestro como un guía que orienta a sus alumnos y les
ayuda a desarrollarse personal y humanamente de forma que el día de mañana
puedan enfrentarse al mundo por sí solos.
No
podemos decidir por los niños simplemente por el hecho de que sean mis alumnos,
mis hijos, etc. Tenemos que enseñarles a pensar, a reflexionar, a saber elegir
aquello que nos gusta y nos conviene. Dar pautas generales de convivencia, de
respeto, de comportamiento, de convivencia, dentro de las cuales el propio niño
se va a dar cuenta de que todo aquello que impida trabajar y avanzar será
incorrecto.
Otra idea errónea acerca
de la educación es que tiene que llevarse a cabo en escuelas. En los últimos
años han surgido nuevas corrientes como la Educación en Casa o la Educación sin
Escuela que apoyan el hecho de que el niño puede aprender en todo tipo de
contextos, sin tener que limitarse a una institución formal. La educación no
termina nunca, aprendemos continuamente a lo largo de toda la vida ya que la
mejor forma de educación es la autodidacta, es decir, a través de la
experiencia nos creamos a nosotros mismos, descubrimos y construimos los
conocimientos que aprendemos.
“Poco
a poco se fueron despojando del falso ropaje con que las había vestido la
escuela normal; dulcificaron su voz y la mirada, y se sentaron entre los niños
para conversar con ellos y para escucharlos conversar” Olga y Leticia
Cossettini.
Hoy
en día el maestro ya no desempeña el mismo rol que años atrás, ya no se dedica
únicamente a enseñar contenidos magistrales sino que acompaña un proceso de
aprendizaje con un grupo de personas que no saben más o menos que él. El
maestro es un guía que crea un camino y ofrece posibilidades que ayuden al niño
a crecer y a desarrollarse como persona.
La
profesión de maestro tiene que ser vocacional. Es un oficio en el que si el
educador no se siente feliz, alegre, en armonía, entonces no está educando. El
educador transmite a sus alumnos todo aquello que vivió a lo largo de su
infancia y su proceso de desarrollo y formación personal hasta el momento, de
modo que dependiendo el grado de conformidad con su experiencia pasada se
manifiesta en el modo de acercarse y tratar con sus alumnos.
La
educación es una oportunidad de crecer, de enriquecerse como persona ya que no
sólo los alumnos aprenden de los maestros sino que los maestros reciben mucho
más de sus alumnos.
La participación de las
familias, los alumnos y maestros en el proceso educativo es básica para
satisfacer las necesidades de cada persona, familia y comunidad.
“Los
ideales no tienen lugar en la educación porque impiden la comprensión del
presente. Podemos prestar atención a lo que es, sólo cuando dejamos de huir
hacia el futuro” Jiddu Krishnamurti.
La
familia es un elemento fundamental que tiene que estar presente y de forma
activa en todo el proceso educativo de los niños. Es necesario un trabajo
conjunto, cooperativo, coordinado entre familia-escuela ya que si no existe
esta relación es muy probable que todo el trabajo llevado a cabo en el aula
pueda ser deshecho en la educación impartida por la familia al transmitir
valores o principios diferentes.
Antiguamente,
los niños eran educados por su propia familia, por la comunidad, a través del
trabajo y la experiencia conjunta de ambos pero hoy en día los padres ya no se
sienten capaces de educar a sus hijos y derivan esta labor en los docentes,
cuando la escuela educa pero la verdadera función de criar y hacer crecer a los
niños es de la familia. La escuela apoya este proceso pero no es la
protagonista del mismo.
Eduquemos
como eduquemos lo más importante es hacerlo con amor, con alegría, buscando
como objetivo fundamental lograr que los niños sean felices y crezcan en
armonía, sintiéndose aceptados, respetados, protegidos y cuidados.
Sería bueno dejar a un
lado las expectativas y centrarnos en aquello que el niño realmente quiere y
necesita.
Por
tanto…
“No hay una única forma de educar, no hay un
método para todos sino tantas propuestas como experiencias libres y autónomas
existan”.
La cuestión no es el qué sino el cómo. Son muchas las posibilidades que existen a la hora de educar,
prácticas diferentes, innovadoras pero, sin embargo, son muy pocos los que se
atreven a experimentar con ellas, a ponerlas en práctica ya que resulta más fácil
y cómodo continuar la tradición que arriesgarse a ver qué ocurre con un método
nuevo. Este no querer arriesgarse tiene su base en un miedo al fracaso, porque
consideramos el fracaso como una pérdida de tiempo cuando en realidad se trata
de algo enriquecedor y formador.