En
el desarrollo gráfico-plástico del niño se suceden sistemática y gradualmente
una serie de estadios o etapas que podemos definir como pautas de maduración
que surgen espontáneamente en niños de la misma edad mental. Cada etapa está
definida por una serie de características propias y no se puede determinar
dónde empieza una y termina la otra.
La
actividad del dibujo constituye un factor básico ya que contribuye a que el
niño se forme íntegramente en:
·
Su capacidad intelectual
·
Su desarrollo físico
·
Su aptitud perceptiva
·
El factor creador
·
El gusto estético
·
El desarrollo social del individuo
Lowenfeld y Lambert, en 1957, en su obra “Desarrollo de la capacidad creadora” describen seis etapas en el desarrollo gráfico-plástico del niño.
1. Etapa del garabato (2 a 4 años)
a. Garabato
sin control (14-15 meses)
Como podemos observar se trata de trazos impulsivos, sin sentido. Pueden variar en longitud y dirección ya que, a menudo, el niño los realiza mientras mira hacia otro lado distinto del soporte sobre el que dibuja (no hay un control visual). El niño mueve todo el brazo, no utiliza aún los dedos o la muñeca para controlar el movimiento y el dibujo resultante. Resulta llamativo la diversidad de formas que se utilizan para sostener el útil de escritura: con la punta hacia el papel, de lado, con el puño cerrado, etc. En esta etapa el niño no intenta reproducir aquello que ve a su alrededor sino que se trata de una actividad con la que el niño se divierte y se siente cómodo, una actividad puramente táctil y kinestésica, es decir, los niños se mueven por las emociones y los sentimientos, el contacto físico se convierte en algo necesario para ellos y dejan a un lado la preocupación por el orden y los detalles.
b. Garabato
controlado (a los 6 meses de comenzar a garabatear)
En esta
etapa el niño establece una relación entre sus movimientos y los trazos que
realiza sobre el papel, es decir, se da cuenta de que el ojo guía su mano
(coordinación visual-motora). Esto supone un paso muy importante para el niño y
hará que sientan una mayor motivación por el dibujo. Los trazos ahora son más
largos y aparece un mayor interés por rellenar toda la página (controlando casi
siempre los límites del soporte) unido a una mayor preocupación por los
colores. Empiezan a encontrar un cierto parecido entre aquello que dibujan y el
medio que les rodea, un parecido que sólo es capaz de apreciar el propio niño.
En cuanto a la forma de sostener el útil de dibujo, tratan de imitar el modo en
que lo sujetan los mayores. Encontramos en sus obras formas cerradas y cruces
haciendo del garabato un trabajo más elaborado. No obstante, los trazos siguen
adoptando diversas direcciones. Es cerca de los 3 años cuando el niño es capaz
de interrumpir el movimiento de forma voluntaria. A los niños, en esta etapa, les
importa mucho el reconocimiento que los adultos hacen de su dibujo.
c. Garabato
con nombre (alrededor de los tres años y medio)
Esta etapa
es de gran trascendencia en el desarrollo del niño. El pensamiento ha cambiado
de kinestésico a imaginativo: el niño asocia su dibujo con objetos presentes en
la realidad que le rodea, es decir, hay una intención representativa, el niño
tiene en mente la idea que quiere reproducir, aunque sólo él reconoce el objeto
final representado. Además, da un nombre al dibujo realizado. Aparece la
función simbólica del grafismo. El niño muchas veces anuncia qué es lo que va a
hacer antes de empezar a hacerlo pero es frecuente que cambie de nombre
mientras trabaja o una vez terminado el dibujo en función de las semejanzas que
vaya encontrando entre su imagen y los objetos reales de su entorno. Otras
veces, va describiendo verbalmente qué es lo que está haciendo a medida que lo
hace. Esta es una “conversación privada”, es decir, el niño no pretende
comunicarse con nadie sino que se habla así mismo. Por otra parte, se sirven
del color para reforzar las formas representadas.
Los niños
en etapa preesquemática pueden pasar al estadio posterior incluso a los cinco
años. En esta etapa los garabatos desaparecen y los movimientos circulares y
longitudinales evolucionan hacia formas reconocibles. El niño ya no solo dibuja
lo que ve sino lo que sabe. Existe un realismo intelectual.
La primera representación que aparece, generalmente, es la figura humana en forma de renacuajo: se dibuja la persona humana con un círculo por cabeza y dos líneas verticales que representan las piernas.
Sus trazos
reflejan ya objetos y cosas reconocibles que coexisten muchas veces con formas
incomprensibles (garabatos). Existe una creación consciente de la forma pero todavía
no son capaces de ordenar los objetos en el espacio. Lo representado flota.
En cuanto
al color, el niño se centra en representar las formas, dándole al color un
lugar secundario, un uso emocional. El color no tiene relación con la realidad
representada.
Cuando
trabajemos con niños en un estadio preesquemático es recomendable evitar el
relleno de espacios prefijados para así
fomentar su expresión y creatividad y no limitar su imaginación creando
imágenes estereotipadas.
El niño
trabaja con su propio esquema, con el conocimiento que tiene de las cosas.
Adquiere un concepto y lo repite permanentemente dando lugar a:
·
Un
esquema repetido pero flexible ya que parte de su idea y forma de
concebir los objetos y la realidad. Mientras no haya una experiencia que
provoque cambios en esa visión, el esquema se repetirá.
·
Estereotipos: supone una copia de todos
aquellos objetos y elementos que constituyen la realidad. Esto limita en gran
medida el desarrollo de la creatividad.
Además,
las imágenes suelen estar representadas en hilera, una al lado de otra.
El esquema
humano es algo muy personal. Es reflejo de su desarrollo. Por ello, a lo largo
de los años, se van produciendo variaciones en la forma en que el niño
representa la figura humana.
Son
capaces de trabajar con esquemas de espacio-tiempo. En cuanto a la ubicación de
los elementos en el espacio aparece la línea base y la línea del cielo. Además ya
existe un cierto orden en la distribución de los objetos en el espacio. Más
adelante aparece una segunda línea base, dando un paso hacia la perspectiva.
El niño dibuja lo que conoce, lo que sabe y no lo que ve. Esto explica sus representaciones en transparencia o “rayos x” en las que se pueden ver los muebles del interior de una casa o los pasajeros que viajan en un coche.
Se
establecen relaciones entre el objeto representado y el color.
Existe una
tendencia a la miniaturización.
4. Etapa
comienzo del realismo (9 a 11 años)
En esta
etapa el niño se da cuenta de que es un miembro de la sociedad y adquiere
conciencia de pertenecer a un grupo de personas que poseen características
iguales o semejantes: la pandilla. Empieza a entender que en grupo se consiguen
muchas cosas que de forma individual. Esto conlleva un pensamiento y un
comportamiento más social y no tan egocéntrico.
Aparece
una gran obsesión por la representación del movimiento.
Y en cuanto a la representación de la figura humana, ya no les sirve el esquema utilizado en la etapa anterior porque ahora les interesa expresar características propias y diferenciadoras de cada sexo.
Las formas se vuelven cada vez más objetivas. Adquieren el sentido de los detalles, de modo que empiezan a cuidar con gran atención y rigurosidad el detallismo y los adornos en las imágenes. Pero aún no aparece la intención de mostrar sombras, luz, pliegues o arrugas.
En el espacio, la
línea base comienza a desaparecer. Por el contrario, descubren conceptos como
el de superposición, perspectiva y profundidad.
En este período el
niño refleja su experiencia con el objeto que dibuja. El sentimiento afectivo
que el niño tenga hacia ese elemento quedará visible en el dibujo.
5. Etapa
pseudonaturalista (11 a 13 años)
En
esta etapa comienza a percibirse la crisis de la adolescencia. Se pasa de una
actividad espontánea a una actividad razonada y autocrítica. En muchos casos,
el niño esconde y rompe aquellos dibujos que no quiere que los demás vean.
El niño empieza expresar el espacio en sus cualidades tridimensionales. Busca la profundidad y las proporciones.
Hay una tendencia a la caricatura. Son frecuentes los dibujos en los que se exageran las características sexuales. Existe un mayor detallismo en la representación de la figura humana. Y es que el niño proyecta su personalidad en los dibujos de la persona humana.
La
atención está más centrada en el producto final que en el proceso. Esto lo
podemos ver en las dos imágenes siguientes: no es lo mismo dejar todo el fondo
de la imagen en blanco que colorearlo con tonos que combinen con el resto del
dibujo.
Los
niños desarrollan un gran sentido intuitivo del color y el diseño. Experimentan
nuevas técnicas creativas dando lugar a diferentes tipos de obras:
·
Representativas
de la realidad
·
Interpretativas
o expresivas de esa realidad
·
Abstractas
6. El período de la decisión (13 a
17 años)
Esta
etapa se caracteriza por:
·
Interés por las artes visuales.
·
Conocimiento del arte
·
Imitación de formas y estilos artísticos
·
Perfeccionamiento de las técnicas
artísticas
Solamente
las personas con interés y una buena dirección avanzarán en el campo artístico.
A partir de este momento se perfilan los dos
tipos de expresión artística:
·
Visual
u objetiva (tipo visual)
o
Piensa en términos de imágenes visuales
o
Ve primero el total de las cosas como
conjunto
o
Se relaciona con el medio a través de
los ojos
·
Emocional
o subjetiva (tipo háptico)
o
Expresa sus emociones y sentimientos
o
Sus dibujos no forman un todo homogéneo
o
En sus trabajos todo está en función de
su yo
o
Tiene tendencia a las exageraciones
Bibliografía
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