La
Educación Artística desempeña un papel secundario en el currículo escolar actual.
No se sabe muy bien por qué ya que, desde mi punto de vista, es una disciplina
que ofrece muchas y muy diversas posibilidades a la hora de abordar la
educación de los alumnos. Una de las razones que la pueden dejar en un segundo
plano puede ser que para los niños es una asignatura agradable, distendida,
divertida, entretenida, diferente. ¿Significa esto que los niños no aprenden?
Para nada, sino todo lo contrario: deberíamos plantearnos si no es esta la base
de una verdadera educación significativa, si no sería conveniente llevar este
ambiente de amenidad a todas las demás materias.
La
Educación Artística promueve desarrollos fundamentales vinculados con la
evolución de los niños que son básicos para su formación humana.
Tal
y como vimos en la película “La educación
prohibida”, en el camino personal de expresión y creación el arte juega un
papel fundamental, ya que es la manera que tenemos de manifestar nuestra
creatividad y personalidad. Es imprescindible que nuestro concepto de arte sea
lo más abierto y menos reglado posible.
Las
artes constituyen la lógica de construcción de comunidad de sentido. Creamos
con la pintura, la música pero también con la danza, el teatro, el diseño, la
construcción, el relato, la escultura, la literatura, el humor, el juego. Todo
lo que surja espontáneamente del niño es creación.
De cada persona se revela su interioridad a través del arte. En este sentido el arte es un derecho. Si no accedemos al arte, no accedemos a una formación integral.
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