Muchas
veces centramos la enseñanza de la Educación Plástica y Visual en actividades
basadas únicamente en el trabajo del dibujo o la imagen con materiales
artificiales que suponen un coste adicional y que llevamos a cabo
exclusivamente en el contexto del aula escolar, sin darnos cuenta de que fuera
de los muros de la escuela existe un amplio espacio al alcance de todos
nosotros y que nos ofrece una gran variedad de posibilidades y seguramente
mucho más amenas y atractivas para los alumnos que las puramente académicas.
Ese espacio es la naturaleza.
Es
un error continuar con el modelo tradicional de clase en el que el maestro es
quien dirige el desarrollo de los procesos de enseñanza-aprendizaje y los
alumnos son agentes pasivos que obedecen sin cuestionar absolutamente nada.
También es un error limitar el marco físico educativo al aula ordinaria de
clase ya que más allá de esta existen contextos que ofrecen experiencias más
enriquecedoras y promueven un aprendizaje mucho más significativo por parte
tanto de los alumnos como de los profesores.
La
naturaleza constituye un entorno común y cotidiano a todos nosotros. Un entorno
que podemos utilizar a la hora de trabajar contenidos exigidos por el currículo
pero dentro de un margen de actuación e innovación que el docente puede
modificar hasta cierto punto.
¿Por
qué poner al niño una imagen de una hoja de un árbol en la pantalla digital del
aula cuando podemos llevarle al parque que hay al lado de la escuela y dejarle
que investigue y descubra por sí mismo cómo es una hoja, qué tacto tiene, cuál
es su color, etc? La naturaleza es objeto de observación y análisis de los
elementos que utiliza el lenguaje plástico y visual. Utilizada correctamente y respetando en todo momento el medio
ambiente puede ser un aliado muy interesante de nuestra metodología educativa.
Además,
a la vez que abordamos conocimientos del área de Educación Plástica, podemos
trabajar contenidos interdisciplinares de la asignatura de Conocimiento del
Medio al fomentar una actitud
sensibilizadora hacia el medio ambiente, por ejemplo, haciendo que los
niños tomen muestras de hojas ya caídas de los árboles y no de hojas aún en las
ramas de los mismos.
La naturaleza también es un recurso didáctico que nos permite
realizar representaciones o interpretaciones del paisaje al tomarla como
modelo, por ejemplo, en una obra de arte. Proporciona una amplia variedad de
temas que nos pueden inspirar y ser muy útiles a la hora de realizar un
trabajo.
Por último, decir que constituye una fuente de materiales muy
amplia. No obstante, como he dicho antes, hay que hacer ver a los alumnos que
hay elementos de la naturaleza que podemos utilizar (por ejemplo, una hoja
caída de un árbol) y otros que todavía no podemos coger ya que aún están vivos
(por ejemplo, la flor de una planta).
Como vemos, son muchas las posibilidades que existen a la hora de abordar los contenidos didácticos del área. Hay que atreverse a probar estrategias nuevas y a experimentar nuevas metodologías analizando cuáles son los resultados que obtenemos.
Totalmente de acuerdo con esta entrada. Creo que no explotamos la naturaleza como deberíamos y cuándo deberíamos. Los niños aprenden más si se les enseña en primera persona, en directo podríamos decir. Por eso mismo debemos olvidarnos de los métodos tradicionales y hace que nuestros alumnos vivan experiencias directas, sin que haya un papel de por medio.
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